En teoría, un torneo de verano con equipos internacionales es siempre una buena idea. Más en una ciudad que a fines de los años noventa se había acostumbrado al derroche, la buena vida y el placer estival. La Serena, que había recibido el Campeonato Sudamericano Sub-20 Juventud de América en 1997, buscaba un atractivo deportivo para los miles de turistas nacionales y extranjeros que repletarían la ciudad durante enero y febrero. A principios de 1998, la prensa local anunció un ofrecimiento hecho por la productora alemana UFA Sports a Colo Colo y al Club de Deportes La Serena, para organizar un torneo en el que participarían ambos cuadros junto a cuatro equipos europeos. Quizás todos querían sacar una tajada de dinero al ambiente provocado por la clasificación de la selección masculina de futbol al Mundial de Francia 98. El campeonato sería el complemento perfecto al radiante lujo del exceso que se vivía noche a noche entre el Cerro Grande y el mar, que entusiasmaba a veraneantes de Santiago, el Norte Grande, Córdoba y San Juan, así como a los residentes de la región de Coquimbo.

La rápida confirmación de los cuadros invitados concitó la atención tanto en la ciudad como en Santiago. Los croatas Hajduk Split y Croacia Zagreb, el húngaro Ferencváros y el polaco Legia de Warszawa utilizaron el receso invernal en Europa del Este para mantenerse en forma, disfrutar del sol en el hemisferio sur y aprovechar la bonanza por la que pasaba la industria del fútbol chileno de aquellos años. Entusiasmado por la noticia, el presidente del Club de Deportes La Serena, Jorge Tornero, señaló que «estos equipos normalmente están jugando la Copa de Campeones y la UEFA en Europa, son de jerarquía mundial. Además, vendrán con todos sus jugadores estelares». La sede no sería otra que el cuidado césped del estadio La Portada, el mismo que ya había recibido a otros dos equipos europeos en la edición de la Copa Ciudad de La Serena, de 1990. En esa ocasión los invitados fueron el Sion y el St. Gallen, en plena fase de consolidación del mercado suizo como primera estación europea para los jugadores chilenos.

El hexagonal comenzaba a tomar forma, en paralelo a que se aceleraban los preparativos en la ciudad para recibir algunos espectáculos televisivos y culturales que darían forma a la agenda de actividades y eventos de aquel verano. Seguramente el más imponente de ellos fue el desembarque del canal de televisión La Red – que se aprontaba a recibir una suculenta inversión de capitales mexicanos – y su castillo de utilería en la Avenida del Mar, set del programa Revolviéndola y una de las obras más llamativas de arquitectura efímera construidas en el país durante los años noventa. Una bacanal de falsificaciones estelarizada por Rafael Araneda, al que se sumaban otros rostros que conducirían la agitada parrilla televisiva en horario vermú, prime y trasnoche. Gloria Aros, Marcela Vacarezza y María Fernanda García Huidobro, además de la instructora de aeróbica Luz María Sepúlveda, se preparaban para llevar sus conversaciones y bailes a miles de hogares.

Esto y mucho más en «Copa Ciudad de La Serena. Viva todo lo superficial», una breve crónica sobre fútbol espectáculo, hedonismo y vanidades en los años noventa.

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100 copias, impresas en los talleres de Penal Largo. Agradecemos a los funcionarios de la sección de periódicos y microformatos de la Biblioteca Nacional de Chile, así como a los reporteros gráficos y cronistas del diario El Día de La Serena, de 1998. También al sitio oficial del Legia Warszawa, a Tempo Fradi de Hungría y a los creadores de Google Translate, que nos abrieron las puertas del húngaro y el polaco. Por último, a Fangoria, porque más es más. Compuesto con la familia tipográfica ABC Normal de Archetypo.xyz.

Noviembre de 2022.